domingo, 26 de julio de 2009

DIALOGOS BIZANTINOS (y III)

Saludos padre Loring, aún a riesgo de que rompa la baraja y me ignore, me decido a puntualizar varias de sus osadas afirmaciones.
Dice usted que la mera existencia de realidades complejas prueba la existencia de la mente ordenadora que llama Dios. Y lo ilustra mediante una abstracción en la que caminando por una isla aparentemente solitaria al encontrarse una cabaña le sirve para estar seguro de la existencia de una inteligencia responsable de esa construcción. Obvio. Pero esa inteligencia no es sino humana. Hasta aquí el límite de sus presunciones, la frontera de la condición humana. Solo podemos discernir la inteligencia humana por que no hay otra. Las leyes no se ponen, brotan a partir de datos, y las de Newton y Kepler se deben en exclusiva a su autoría, a su intelecto brillante y su trabajo. Y permita que le recuerde que cuando Copérnico, Galileo y Kepler proponen una nueva física basada en datos de difícil cuestionabilidad vuelve a aparecer la Iglesia para lastrar el progreso. Un Iglesia adherida a una física, no creadora de una física, feudataria del sistema de Tolomeo por que presentaba cierta afinidad con el universo bíblico en el que el hombre, como suprema creación de Dios y, por ende, el planeta que habitaba no podían sino ser el centro del universo. Así que deje de afirmar que el universo lleva a ese Dios que la Biblia vincula directamente a la creación de un Cosmos antropocéntrico, como máxima expresión de su poder creativo,. Ve usted como la fe sí se contrapone a la ciencia. Copernico y Galileo demuestran que no somos el centro del Universo, este avance supone un paso mas que descataloga las ideas precedentes (se llama progreso). Ideas a las que la Iglesia se agarra desesperadamente, pero no por vocación científica sino por pura obstinación de supervivencia. Le recuerdo que uno de los delitos por los que la Iglesia juzga a Galileo es el de sostener el sistema Copernicano, algo insólito. ¡¡Se le prohíbe pensar que lo de Copérnico sea verdad!!. Y no lo hace refutando sus novedosas proposiciones con pruebas empíricas o categóricas que demuestran la inconsistencia de Galileo o Kepler, no. Es la típica soberbia de una Iglesia todopoderosa, compulsiva y excluyente, que condena como herejía toda novedad que discrepa de lo canónico. Su extravagancia, si me permite el término, consiste en juzgar a Dios, a quien usted distingue como algo por encima de la condición humana, con premisas exclusivamente humanas. No olvide aquel dicho: “los designios divinos son inescrutables”. Aclárese primero.
El cosmos es lo que es, y si no lo fuera no sería, tan simple como eso. Al margen de constructores apócrifos.
La existencia de universo no esta ligada indisolublemente a la existencia del hombre. Hubo épocas en que el hombre no había aparecido aún, sin embargo el cosmos existía ya.



Querido Pedro:
Su obstinación en negar a Dios le hace rechazar lo evidente.
Si una cabaña necesita la inteligencia humana, ¿las leyes matemáticas del
cosmos, son obra de la casualidad?
Esas leyes las formularon Newton y Keppler, pero no las hicieron ellos
porque ya estaban en el cosmos antes de que ellos nacieran.
La Iglesia era geocentrista en tiempos de Galileo, no por la Biblia, sino
porque así era todo el mundo de aquél tiempo, exceptuando a Copérnico y
Galileo.
Ticho-Brahe, astrónomo de la misma calidad de Galileo era geocentrista, y
Galileo no le convenció, porque aunque Galileo acertó en su hipótesis no lo
pudo demostrar.
Esto está claro para todo el que conoce el proceso de Galileo.
Si es Vd. sincero y busca la VERDAD ore así:
"Dios, si existes, dámelo a entender".
Como existe, ya le iluminará.
A ello podría ayudarle mi libro PARA SALVARTE.
Lo tiene en: www.arconet.es/loring
Un fuerte abrazo de JORGE LORING, S.I.

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