domingo, 26 de julio de 2009

DIALOGOS BIZANTINOS (I)

Saludos, y con la máxima afabilidad le digo que he podido escuchar algunas de sus conferencias. Resulta como máximo relevante el énfasis con que usted respalda muchas de sus propuestas, pero sólo eso.. Todo lo que usted dice es la mas acabada demostración de que la influencia de la Iglesia en la enseñanza ha sido uno de los mayores atentados contra la formación de los que la padecimos en tiempos ya pasados. Es comprensible que para una institución que ha detentado resortes de poder, y que en la actualidad ve muy mermada su influencia, venida a menos y que se ve ahora relegada al ámbito del que nunca debió salir, manifieste estas ínfulas adquiridas en otros tiempos Y en el que debería cultivar una humildad que contrasta con una soberbia compulsiva y excluyente que impuso desde el momento en que formó parte del poder en la que se ha forjado su monoteísmo intolerante.
En otro orden de cosas, quisiera hacerle notar la flojísima consistencia que pretende usted dar a esa patética tendencia de la Iglesia actual de cohonestar la ciencia y la religión. No basta decir ahora que la ciencia nunca ha chocado con el culto y que nunca lo hace ni lo hará. Porque ha sido la religión un pesado lastre que ha tenido que soportar el progreso humano.
Usted llega a decir que es católico por que no es necio, y advierte a los que no creemos que ya nos enteraremos una vez muertos. Si la consistencia metafísica del su culto se basa en eso, en el miedo a lo que venga después , flaco favor le hace usted a su propia creencia.
También alude usted a la moral de la ciencia y se arroga el papel de dar “normas” sobre sus avances. Normas que jamás se le pidieron y que en el mejor ,de los casos solo atañen al pueblo católico
Le gusta hablar de los eventos históricos que pudieran refrendar a su favor en el eterno enfrentamiento entre fe y ciencia, no entre ciencia y fe. Y cita algunas conversiones puntuales, discretamente manipuladas. Claro que olvida mencionar otras referencias que no conviene airear. Galileo, Hipatia etc. Las salvajes persecuciones a las herejías, la cruzada contra los cátaros.
Formar parte de una civilización no garantiza nada. Estas resistencias ultramontanas a reconocer lo inapelable son el mejor testimonio del crepúsculo vespertino que vive actualmente el culto católico. Asimismo llega usted a utilizar los dogmas de fe como argumento de autoridad en asuntos que no son específicamente religiosos, revela muy a las claras la falta de recursos argumentales de que adolece la Iglesia.
En fin como esta disputa resulta siempre bizantina. Pero no estaría de mas reconocer públicamente, los abusos y las arbitrariedades, las ingerencias en la educación, la opresión moral con que abrumó en este país desde la poltrona del poder. Personalmente recuerdo aquellas Semanas Santas espectrales, en la que se limitaban las emisiones de la TV a eventos puramente religiosos, música clásica o sacras, todo ello en medio de una sofocante atmósfera de miedo.
Un saludo
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Querido Pedro:
¡Qué verdad tan grande es el dicho que todo depende del color del cristal
con que se mira!
Y su cristal con el que mira a la Iglesia es negrísimo.
Algunas de sus afirmaciones no son exactas, y otras están desenfocadas.
Los dogmas son verdades absolutas e indiscutibles. Y esto se da en todos los
campos de la cultura: Pí es 31416, agua es H20, los barcos flotan según el
Principio de Arquímedes, etc. Y en religión es indiscutible que hay un
infierno eterno, porque así lo ha dicho Jesucristo. Y el que no lo crea se
va a enterar en cuanto se muera. No se trata de asustar, sino de informar de
la realidad. Como el cartel de la carretera que informa: CARRERA CORTADA.
PUENTE HUNDIDO.
La Iglesia no impone la fe, la expone. Pero quiere que se respete la moral
natural, que no obliga sólo a los católicos, sino a todos. Los no católicos
tampoco puede calumniar, ni matar a sus hijos.
Otra cosa son los preceptos positivos DE LA IGLESIA que obligan sólo a los
católicos, como el ir a misa.
Que la condena de Galileo no fue dogmática, es cosa clara para los
historiadores.
Y las persecuciones a los herejes eran propias de aquellos tiempos de fe.
Si para nosotros es un malhechor un asesino, para ellos un hereje era peor,
porque quitaba la fe que vale más que la vida.
La Iglesia nunca ha sido lastre para el progreso. Ella misma ha participado
en la extensión de la cultura. Pero quiere que el progreso se controle para
que no se vuelva contra el hombre.
Y lo de llamar necios a los que viendo las leyes de la naturaleza las
atribuyen a la casualidad y no a Dios, autor de esas leyes, lo dice la
Biblia.
Finalmente, decir que el monoteísmo es intolerante es como llamar
intolerante al que sostiene que 2 + 2 = 4.
Un fuerte abrazo de JORGE LORING, S.I.

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