sábado, 13 de marzo de 2010

el lastre

“Forma parte de nuestro patrimonio cultural” “Nos define como particularidad”. “Ha servido como modelo a nuestros mejores pintores y poetas” “Es un arte”. Tales son los argumentos de muchos españoles a la hora de defender lo indefendible. Recuerdo al señor Calviño que fue el responsable de la Radiotelevisión de nuestro país. Este señor proscribió los combates de boxeo por ser espectáculo violento. Desde entonces la Televisión estatal no volvió a emitir combate de boxeo alguno. Pero nada dijo de las corridas de toros.
Por muy entendido que sea un aficionado al arte de Cúchares, aunque se sepa de memoria todo el Cossío, la triste y bárbara realidad no es otra que la que paga su localidad por ver sangre, muerte y violencia.
Soy español, tanto como cualquier otro. y de ninguna manera puedo aceptar que ese horrible espectáculo de circo romano sea catalogado como la “Fiesta Nacional” de mi nación. Las culturas son todas dinámicas y tienden a evolucionar, en este proceso se verifica una depuración de su desarrollo. Por lo visto hay sectores que se mantienen en la obstinación de un apego salvaje a determinadas costumbres alegando demagogias que intentan ocultar, sin poder lograrlo, unas preferencias por estos bárbaros e inhumanos fenómenos.
El arte. Por mucho que se diga que la tauromaquia ha servido de soporte para manifestaciones artísticas de nuestros mejores artistas del lienzo o el verso, la llamada fiesta nacional no deja de ser lo que es, una rémora, un lastre en la evolución humana. Goya llevó a sus lienzos secuencias taurinas, es cierto. Pero esto no las avala como argumento. También inmortalizó los fusilamientos de la Moncloa tras el dos de mayo, y esto no los habilita como práctica.
No solo es la corrida de toros en si la que cuestiona nuestra evolución, hay una serie de festejos afines a ella que legalizan la mas ominosa tortura y envilecedora de estos animales. Como extremeño siento náuseas de algunas de sus costumbres en este sentido. Toros acribillados con dardos, alanceados, embolados, vejados forman parte del espectro de diversión de muchos festejos menores.
A día de hoy está en primera página de los medios informativos la polémica, suscitada en Cataluña, lugar donde se pretende erradicar esta barbarie. El principal partido de la Oposición, en su ciega postura de manifestarse en contra del Gobierno (socialista), se ha posicionado a favor de la pervivencia del inhumano espectáculo. Señores políticos no todo vale para alcanzar la poltrona. La tauromaquia por mucho que se alabe por los taurófilos es un atavismo, que debería haber caducado ya, una orgía de sangre y martirio a la que hemos dado la categoría de fiesta. Si la diversión en este país pasa por el sufrimiento de animales, será llegado el momento de cuestionar nuestro desarrollo.
Comemos carne, es verdad, pero yo no conozco a nadie dispuesto a pagar una localidad en un matadero municipal para contemplar la muerte de las reses. O quizás si.
Como esa juventud en visceral rebeldía, en aquel pueblo cuyo divertimento secular se basaba en arrojar una cabra del campanario, que, en vista de la prohibición gubernamental al festejo, proclamaba que ese año no se contentarían arrojar un animal sino dos, dejó muy claro la irracionalidad basada en la filia producto de una educación fraudulenta
Quizás no se cuestione solo ya de sentirse español o no, puede que se trate de algo de alcance mas universal. ¡Sentirse humano o no!

13- MARZO-2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me alegra que haya alguien que piense asi, yo pienso que es la herencia de una cultura cobarde y de muchos miedos que pagan sus frustraciones con un animal. Por que no cambia y que los toreros se maten entre si. El ser humano se puede considerar primitivo por esto. Es destructivo, es cobarde, es horroroso. Es ruín. Es la voz de las masas. Por Dios que estamos en 2010.