viernes, 20 de junio de 2008

CRONICAS IBERAS PROEMIO

Apuntes históricos
IBERIA (introito)

Nací y crecí en dinámica de un país gobernado por la iniciativa propia de un general de difícil definición. Que no fue un brillante estratega, al modo de un Bonaparte, ni mucho menos. Diestro y hábil político tampoco fueron sus gracias más relevantes. A lo sumo, una persona extremadamente cauta. Caudillo victorioso en una guerra, merced a una política internacional labrada a base de escapismo y poco comprometida con la República contra la que se levanto en armas. Afortunado a la hora de conseguir apoyos foráneos, en otros caudillos de igual laya. Arrogantes y decididos, mucho mas que él. Contra un enemigo desperdigado, atomizado, incapaz de toda cohesión estructurada., has conseguirla cuando ya era demasiado tarde.
Hay mucho en “debe” de ese general. Adiestrado en una guerra inhumana y feroz en África, donde la pedagogía era escueta y terrible, la vida humana vale poquísimo. No falta quine dice que aquella guerra tardocolonial fue nuestro Vietnam. ¡Ah la historia! ¡Qué certera profesora es! Nos enseña que ciertos protocolos de la conducta humana nunca caducan. En aquella España sin apenas clase media, donde la clase adinerada lo era cada más a expensas de ingentes masas condenadas a una miseria cada vez mas extrema. ¡Qué claro lo veo ahora! Nuestros intereses en Marruecos solo eran una forma mayestática de expresión. Una minas muy rentables para sectores privilegiados del estamento social, prácticamente su único beneficiario., un ejército trasnochado que vivía un sueño imperial mundial, ya convertido en pesadilla y un gobierno títere del dinero, como siempre. Todo muy bien montado, para vender lo que no era mas que un negocio privado con las deslumbrantes galas de la empresa común, del destino de una gran nación que un día dominó el mundo, ¡aquel en el que no se ponía el sol nunca!. ¿Saben que hay detrás de estos vistosos ornamentos, propios de desfile militar? Un ejército colonial integrado por mozos de reemplazo, muchos de ellos analfabetos, que no habían bebido de los libros los esplendentes licores del imperio de los Austrias. La historia es un condumio que provoca náuseas. Los reclutas arrancados de la miseria de la Baja Extremadura (y también de la Alta) del espantoso campo andaluz. OI de entre el lumpem de la inmunda periferia de las grandes urbes. He aquí los designados a la postre en cumplir la alta misión civilizadora. A morir de asco y de hambre o de sed en las estribaciones de las montañas del Atlas marroquí, saboteados por unos proveedores sin escrúpulos enriquecidos con las penalidades de los de siempre. O temblando febriles, consumidos en Cuba o Filipinas, olvidados del Emporio. Se indignaba el escritor y político Blasco Ibáñez, cuando vio en una terraza de la Puerta del Sol, bajo un toldo, a estos estrategas de sobremesa, de canotier y charol, escandalizados por el fin de la guerra de las colonias ultramarinas. Mientras un veterano de aquellas guerras, al lado de ellos, sin derecho a toldo, mendigaba unos reales para comer.
Pues bien, lo que mas produce un pueblo pobre es carne de cañón a quien nadie importa. La muerte anónima que en el mejor de los casos pasa a la historia como ente compacto despersonalizado. No hay nombres para los parias. ¿A cuantos mataron aquellas minas africanas? Prolijo seria el cuantificarlo Pero ¿a cuantos lucraron?, ¿Cuantos murieron por ellas? ¿Cuantos vivieron opulentamente por ellas? En el Barranco del lobo, en el Gurugú, en Monte Arruit, en Anual, enloquecidos por la sed, por el sol, por el abandono del país que los mandó allí.
En esa guerra se formaron oficiales duros que aprendieron a ser implacables con un enemigo que les torturaba salvajemente, que los mutilaba. Una guerra sin cuartel y olvidada. Franco fue un dictador, un liberticida, un verdugo, es cierto, pero no le neguemos el valor personal. En África realizo prodigios. A él y a toda una casta temeraria diezmada. Y el valor personal sobre el terreno crea leyenda, dota de aureola. El esqueleto del ejercito de Franco estaba formado por jóvenes oficiales forjados en esa durísima escuela., que deja también otra enseñanza terrible. Aprendieron a minusvalorar hasta el extremo el valor de las vidas humanas. Este principio fue aplicado con el enemigo durante la guerra civil y en ocasiones con sus propias tropas.
Crecimos creyendo que la España real era la del NODO, peor Franco no solo inauguraba pantanos. Gustaba desayunarse recién acabada la guerra con una guarnición de sentencias de muerte y prisión, que le servía de forma vicaria su hermano Nicolás. Nunca le tembló el pulso para eso. Quizás su Parkinson en el ocaso de su vida no fue más que una serie de temblores de mano que debía con efectos retroactivos. No, no, esta última observación no es mas que una afortunada asociación casual. El parkinson nos hace temblar a muchos que nunca firmamos ese tipo de documentos.
Después cuando veo entrar al caudillo en aquellas tumultuosas misas, bajo palio, con cara seráfica, y según decía Moliere, hace que mis carnes tiemblen en sus diversos choques de pura cólera
Bien pues había otra España tras el NODO. Una España de penal, de silencio, de amargura. La Antiespaña se le llamó durante la guerra, después con la derrota, perdió hasta su nombre.
Esto es por todo lo que debió enseñársenos y no se nos enseñó.
Luego vendría la triste posguerra, bajo el poder de una troika maldita: el sale, la camisa azul y la sotana. Pero esto quedará para otro post.

Salamanca 20 junio 2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto.Dos o mas Españas, ¿pero que quedó de las promesas e ilusiones que nos prometimos?. ¿Cuántos de nuestra generación parecen renegados de ellas?.
Nos pesan los ideales.Nos apuntamos fácilmente al consumo anestesiador de otras carencias mas hondas.
Carmen

miguelvelez dijo...

"He aquí los designados a la postre en cumplir la alta misión civilizadora. A morir de asco y de hambre o de sed en las estribaciones de las montañas del Atlas marroquí, saboteados por unos proveedores sin escrúpulos enriquecidos con las penalidades de los de siempre."

ME SORPRENDE, una vez más. ¿ se ha vuelto usted marxista ? perdone la broma. Ha hecho un brillante y lúcido análisis económico, social y militar de esa España que ojalá ya no exista. Aunque me temo sea sólo un deseo. La Banca siempre gana.

SALUD