domingo, 3 de octubre de 2010



Carencias



Aceros de luz apuñalan la noche
Malherida la Aurora, estertores de agonía
Mataron a la muerte en el horizonte
Manchado de sangre llegó el día

La luna jura venganza
Con sus filos de plata fría
La hemorragia de oro acuchillada
Cuando en los palacios del ocaso se acogía

La emperatriz musa de la poesía aclamada
Entre amazonas de coraza helada
hordas de guerreras pálidas
pueblan la noche como crisálidas

Llueven dorados fuegos
Sobre páramos guerreros
Corazas restallando en destellos
Bajo las praderas azules del cielo
Los ejércitos apenas se vieron

La aurora de pies fríos y`pasos helados
Con fanal de muertos oros
Y destellos anémicos plateados
Combates feroces quedaron en amagos
No es posible unir a aquello que no se puede unir, ni siquiera en poesía.



Los fríos dedos del viento juegan sin orden alguno con mis cabellos. Mientras su frío soplo me anuncia que el verano yace ya bajo los túmulos del hemisferio. Exequias de los colores ruidosos e indolentes, comienza el imperio de las tonalidades austeras y discretas.
Veo a mi vecina Freya, desnuda como siempre, estática y reflexiva. Es la linda y joven yegua que vive bajo el castaño de al lado. La albura de su piel parece estancada en un crucial intento por ser impecable que degeneró en fracaso que no menoscaba en absoluto la clásica belleza de los descendientes de Pegaso. Sus incomprensibles correteos, y impenetrables cabriolas activados por sus sangre briosa y plena de juventud, han jalonado los pulsos de este verano. Sus divertidos relinchos se convirtieron en graciosos arpegios de fondo, que pusieron picos de quebrado en la monotonía de los calores más arrogantes.
En ocasiones la todopoderosa mirada humana se estrelló con la suya, de una dulzura inexpresable. Parecía decirme: “¿Qué miras humano?”, Quizás cuando se echa en el suelo, abrazada por las frescas amenidades de su árbol favorito consigue que me sienta despreciado. Me siento rechazado por no ser caballo, mis caudales se ciñen a la exigüidad del capital humano que quizás no sea mucho. No para ella al menos. Mi objetivo descabellado de apreciar su lujuria equina, intentando identificar a la bella Aspasia o la irresitible Friné en su sinuoso dorso, me llevan a un pensamiento sin precedentes, quizás no podamos asumir, por pura carencia, determinadas bellezas. He aquí la condición humana como limite, como marca, más allá de la cual solo es posible la fantasía mas osada, que no es sólido cimiento para inducciones posteriores.
¿Verá su vida Freya condicionada por que hoy sea domingo?. ¿Sabrá que muchos humanos, de este pueblo, consagraran, con devoción discutible en el mejor de los casos, a una supraentidad creadora este señalado día? Envidio su virginidad intelectual, sin las máculas del miedo al horizonte, al futuro. El conocimiento es una daga de doble filo. La consciencia absorbe nuestra mente en disquisiciones sobre lo inevitable. ¡Bah,! ¡Qué pérdida de tiempo!.
Freya está inmóvil, estática, estatuaria, inmutable. Mientras la apatía que hace retorcerse en nuestro interior la serpiente de la angustia nos aflige. El no hacer nada, la tribulación de no encontrar sentido en nuestras vidas, parece no afectarle a ella. ¡Hermosa criatura ¿Tienes tu el secreto?!. Después de mis horas de intensa especulación mental, de batirme desesperadamente frente a la sensación de creerme sitiado por este extremo, solo desearía que, por un momento, Freya descendiera a la humana condición y con habla inteligible para nosotros nos revelara la solución para estas tragedias atomizadas a la realidad humana. Una yegua adolescente quitándole el pan de la boca a los señores psicólogos. ¡Qué extraordinaria paradoja!. ¡Freya, prometo darte un manojo de jugosas zanahorias si me liberas, si nos liberas!.
Quizás la existencia de un extraordinario ser vivo como ella transcurra en armonía por abandonarse sin rebeldía limitándose a mantenerse a flote en las aguas que nos llevan por el torrente del tiempo. ¡Qué sé yo! Sólo soy un humano no un equino.
Freya se aleja hacia el otro lado de la finca, ¿por qué?. ¡Joder, que maniática obstinación de los humanos por encontrarle a todo un por qué!. Intento descoserme la indumentaria que me confirma como humano, liberarme, y razonar como mi linda vecina. ¿Qué por qué voy al otro lado de la finca? Fácil. ¡Porque existe la otra parte de la finca!..
Quizás la sabiduría de Freya esta muy por encima de la inteligencia humana.
¡Ah! Seguro que Freya volverá a esta parte de la finca, por la misma razón que se fue.

LA GARGANTA 3-OCTUBRE-2010

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El poema excelente, bien logrado.Es maravillosa la combinacion de fantasia y realidad y la creacion de mundos increibles.

La prosa de freya es un camino cerrado al lector, tortuoso y criptico.
Me quedo con la poesia
Erika

Marina Lassen dijo...

como poeta ya te dije que me parece que estas a la par de los más grandes de la historia y como filósofo... no puedo ni entrar en tu esfera. mira que estoy de acuerdo, eh? envidio a la yegua q no tiene ese arma de doble filo... pero una vez superada la humillacion de nuestra humana condición, volvemos a este lado de la finca.
extraordinario.
saludos
marina