sábado, 3 de noviembre de 2007

el bucle

Como en el mundo ha de haber de todo, según imperativos naturales, ¿Qué quieren ustedes que les diga? ¡¡También hay gente sana!!.. Complicado es disertar sobre esta rara especie. La salud les saboteó la oportunidad de saber apreciar la grandeza de las pequeñas cosas de la vida. Es una cruel mutilación aunque normalmente carecen de la capacidad necesaria para saber apreciar el alcance de su fortuna.
Dicen que la única forma de valorar lo que se tiene pasar por haberlo perdido. El parkinson es agencia de aventuras que hace que lo obvio, que lo asumido, lo irrelevante se convierta en obligado tour lleno desafíos. Entonces comprendemos que el devenir normal puede transformarse en una cadena de retos que están terriblemente adyacentes a la humana condición. Pero cuando ese descubrimiento resulta desenmascarado es demasiado tarde, la alternativa desaparece para dejar paso a una única opción.
Desteto y a la vez siento la conmiseración ante ciertas formas de vida, reos de la peor enfermedad que puedo concebir, el patetismo, que necesitan cualquier soporte, por indigno que sea, para focalizar su miserable entidad, un minuto de gloria bien vale un reino. Alternativa que es contemplada como trampolín idóneo pese a quien pese y caiga quien caiga. Eso de ofrecerse como modelo de triunfo es fuerte seducción para las existencias planas.
J. se presento en mi casa
-¡Marta! (mi abuela) Vengo a por tu nieto
Me llamó con notable descaro y osadía, retrepado en la miserable solvencia de un existencia muda de brillos en lo personal.
De mi mundo de sombras, desde la penumbra del miedo, donde me escondía, intentando enajenarme de un mundo que me superaba en lo mas primario, aspirando a mimetizarme con la sorda conciencia de culpabilidad que me agobiaba, aparecí, quizás en un rapto de valentía que nadie podía valorar. No hay gloria ni honor en tratar de dar la cara ante aquel, lamentable sujeto, un imbécil que no merecía mas que la puñalada pasiva del anonimato. Me asomé por la baranda de la escalera y me apoyé en ella. Recuerdo que por aquel entonces siempre debía apoyarme en algo.
-Pero ¿Es que no vas a ir a la capea?. No te va a pasar nada hombre.
-No mira, a mi no e gustan los toros y...............
¿Qué les parece a ustedes?. Con todo lo que me pasaba, con éso que estaba destrozando mi vida, venía este necio a asegurarme que con él estaría a salvo. El patetismo parece inherente a las entidades huecas de interés. Por supuesto él no se mostraba interesado en conocer de forma pormenorizada el alcance de mis limitaciones, a nadie le importaban lo mas mínimo. Se generosidad procedía la inmensa saña de vehicularme para su lucimiento, ese era su único agente causante, utilizarme para pasar a la posteridad. Que personas tan vacías aquellas que no dudan en promocionarse a costas de terribles tragedias, la mediocridad impone ambiciones inasequibles. En el fondo los mezquinos nos necesitan por que somos, en nuestra espantosa existencia, nada más que tampones o compresas que difícilmente contienen la menstruación de su ego. Sangre purulenta y anémica de valores personales. La mediocridad irrumpe con fuerza cuando encuentran víctimas que carecen del temple para presentar batalla al patrimonio pasivo nunca apreciado de caminar bien, de poseer habilidad manual, de la falta de rigidez, de la ausencia de temblor, del no bloquearse. Porque esa subraza, camina sin problemas, monda las patatas con rapidez, que no cambia de postura, ¡¡¡que sabe cruzar las calles!!!!.
J. siguió luciéndose en su pasarela, pavoneándose con aquel falso interés. Estuvo aún unos instantes cebándose conmigo.
-No hay que encerrarse coño. Eres un poco cobarde.
¿Para que tratar de explicarme? ¿Para qué decirle que mi equilibrio carecía de cimientos, que la rigidez hacia que me encorvara, que mis temblores me desanimaban? ¿Que por mi boca salía un débil hilo de voz apenas audible? ¿Que aunque no hiciera nada un pegajoso cansancio masacraba todas mis ilusiones?
Cuando agotó las posibilidades que yo le ofrecía para su lucimiento, hizo un gesto de desanimo en su meritorio esfuerzo de enseñar como se debía vivir a un ingrato como yo. Y se fue, después de todo él lo había intentado, pero con cobardes como yo todo es inútil. Seguro ya de haber intentado aleccionarme y del fracaso que suponía el que yo me negara a plantar cara a mi vida que era bien distinta de la suya, y persuadido de que si le hubiera tocado a él nunca se hubiera acojonado, decidió acabar con su labor misionera, desees de todo tenía prisa, iba dar comienzo la capea del pueblo en fiestas, asunto de máxima prioridad. Las fiestas masivas no requieren intelectos selectos . Pero aquella vez J. Quiso comenzar con una buena accion. Redimir a un cobarde, no lo consiguió por que hay cobardías extremas como la mía.

Pasando el tiempo, hace bien poco J. Volvió a aparecer por mi casa acompañado de otra joya familiar para ver a mi padre en decadencia ya. Estaba en la habitación contigua, me saludaron desde lejos. Pude oír las soberanas estupideces que so capa de consejos le daban a mi padre. “Hay que moverse un poquito, debes andar mas”y el otro terció con muy parecida omnisciencia ¡“hay que comer mas cojones”!. Claro el hecho de que mi padre camine con paso cortito y vacilante en sus oz no es relevante, como tampoco lo es el que padezca inapetencia medicamentosa, no es importante.
Mientras yo afilaba la espada meticulosamente harto ya de tanto agravio, en cuanto vinieran a saludarme iba a decirles cuatro frescas cuatro tajos que hicieran daño. Porque ya no soy el mismo que no quiso ir con el a la capea., por obra y gracia de la levodopa. Pero no se, se fueron sin entrar donde yo estaba. Una pena.
Pobre gente sana, son como arietes, embisten con el privilegio de no tener limitaciones creyendo poder destruir puertas que no conocen, tienen el tesoro de la normalidad, pero están condenados a no saborearlo.
Somos piedras que no sobresalen del empedrado por arriba sino por el subsuelo, nadie lo puede advertir, en el firme, por arriba, dejamos el socavón que todo el mundo esquiva o evita.
SABADO 03 NOVIEMBRE 2007

3 comentarios:

miguelvelez dijo...

Volvió a hacerlo:

"De mi mundo de sombras, desde la penumbra del miedo, donde me escondía, intentando enajenarme de un mundo que me superaba en lo mas primario..."

excelsior

Chiste malo pa romper el encanto ¿cómo se llama el gato de Harry Potter?... Misi-pote... ¡perdón!

Erika Contreras dijo...

Como te dije, creo que nadie es tan sano. Todos cargamos una cruz,unas más visibles que otras pero no menos pesadas.
La normalidad es una distribución estadística. No por eso somos anormales.
Saludos
erika

Anónimo dijo...

Resulta fácil comprender que un ciego no vea, que un sordo no oiga, pero que difícil les resulta comprender el temblor, la torpeza de alguien joven, la eterna frase ¿pero eso no da de viejo?les exorciza de padecerlo, no les cuadra en sus esquemas, pero ahí esta, pasen, si tienen interés, y vean.
Carmen